Sin embargo, cuando lo que suele ser una excepción pasa a convertirse en norma, como sucede estos días de aislamiento, debemos tener cuidado. Relajarse y ponerse un poco más cómodo de lo habitual está bien, pero tampoco hay que bajar la guardia. ¿Y si ese cliente tan importante decide hacerte una vídeo llamada repente? No querrás que te vea en chándal… ¿no?